Hace un rato, mirando la introducción del libro Deshacer el género de Judith Butler, desde mi trabajo, mi funcionamiento frente a la convención, llego a un momento en el que me alejo del texto. Hay un gran salto -hablo solo de la introducción dentro de la introducción- desde que habla sobre la "práctica de improvisación", de deshacer la convención para rehacer, para hacer y luego ser, o de cómo nuestra Agencia (agente social) es la de desdoblar, negar la constitución y sus condiciones hechas para ser inamovibles, hasta que empieza a hablar sobre institución, mundo social, elección.
No digo que nada de lo que esté diciendo sea incorrecto, en ningún caso. Es más bien que al pasar por mi detector de convenciones ha hecho que se me rompa el corazón. Y es que está en lo cierto, las reformulaciones teóricas transexuales, intersexuales o transgéneros se enmarcan dentro de la propia convención binarista. Me preguntaréis, ¿qué tiene de binarista el mugimendu intersexual? pues que lo único que propone es colocar un gris entre el blanco y el negro. No. A ver me gustaría que no fuera así, no que tenga que dejar de serlo, tiene su sentido. Pero no sale del diagrama, ni lo extiende ni lo cuestiona, simplemente lo especifica, lo puntualiza. Un nuevo elemento debería reconfigurar todo el organismo al que pertenece, hacer rizoma. Nunca convención.
A la vez hoy hemos visto la obra de Mark Larringer en clase de AT, en la que justo también habla de eso. Dentro del campo artístico, que es a su propia vez una convención, como luchar contra la convención en general, la fuerza suprema. (Tengo que continuar) (El propio espacio ya es una instalación)

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